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TIMELESS ROS SIGNET

Precio habitual 195€
Precio habitual Precio de oferta 195€
Guia de Tallas Tallas
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DETALLES

 

  • Plata de ley 925

  • Esmalte negro a baja temperatura

  • Chapado en rodio

  • Hecho a mano

 

Anillo tipo sello elaborado en plata 925 con un acabado en rodio. En la parte superior destaca el icónico logo de la marca, esmaltado en negro y enmarcado por el patrón barroco característico de la colección.

Su estructura curvada le otorga una identidad visual reconocible, equilibrando fuerza y detalle.

Diseñado para llevarlo solo o en combinación con otras piezas de la colección.

CUIDADOS

Cada pieza de ROC ROS está elaborada en plata 925 con acabado en rodio, y puede incorporar ónix o esmalte a baja temperatura, según el diseño. No hay secretos: una pieza así no se trata como cualquier cosa. Es una joya, y como tal, necesita su cuidado.

Lo que debes evitar siempre:

  • Golpes y caídas

  • Contacto con productos de limpieza, alcohol o perfumes

  • Uso durante duchas, baños o actividades físicas intensas

  • Exposición al cloro o al agua salada

Cuidados según el material:

Plata

Con el tiempo, la plata puede perder algo de brillo o presentar manchas. Es algo natural. Se recupera fácilmente con un paño específico para joyería. Si la pieza combina plata con ónix o esmalte, evita productos abrasivos o técnicas agresivas.

Ónix

El ónix es una piedra natural. Aporta fuerza visual, pero puede romperse si recibe un golpe. Evita usarla en situaciones donde esté expuesta a impactos.

Esmalte a baja temperatura

Este tipo de esmalte permite acabados detallados y definidos, pero necesita atención. Golpes, presión o cambios bruscos de temperatura pueden dañarlo.

Si se usa con normalidad y cuidado, no tiene por qué deteriorarse.

✔ Consejos generales:

  • Guarda cada pieza por separado, en un lugar seco, idealmente dentro de su caja original o una bolsa de tela suave.

  • Límpiala con un paño especial para joyería. No utilices productos abrasivos.

  • Si notas alguna alteración, consúltanos antes de intentar repararla.









Lo que dura es lo que se cuida.

Y si se cuida bien, siempre dice algo de quien lo lleva.

ENVIO Y DEVOLUCIONES

Trabajo escribiendo. Para medios, para mis libros, para libros de otros.

Y en el último tiempo me he encontrado bastante seguido con la siguiente advertencia: “es mucho texto”. De hecho, como feedback en uno de estos trabajos, me escribieron la sigla TLDR encima de una página de un libro que estoy haciendo como ghost writer. Es un libro de fotografía, dicho sea de paso, con poco, muy poco texto. Confieso que tuve que googlearlo porque no sabía a qué se refería. 

Así me enteré que TLDR significa too long; didn’t read, que en español es: ”demasiado largo; no lo he leído”. Esta es una jerga que se usa en Internet para señalar que un texto ha sido derechamente ignorado por su extensión. Definamos largo, porque tampoco era La Guerra y la Paz: eran cuatro párrafos seguidos. Según Wikipedia, la sigla también se usa para pedirle a quien escribe que, cuando redacte un texto “muy” largo, le haga el favor al lector de incluir un resumen de una línea.  

¿Desde cuándo se nos volvió tan difícil leer más de 20 líneas seguidas?

Actualmente, esto también pasa en el periodismo. Las pautas de escritura pensadas en atraer clicks se basan en reducir y fragmentar los textos lo más posible, llenar de negritas, subtítulos, fotos y de todos los recursos visuales habidos y por haber para hacer que el lector no se agote, que no pierda la atención entre tanta palabra. No se puede ya escribir “mucho texto”, así que allí estamos los periodistas intentando con un título que venda captar esa audiencia dispersa para no quedar sin lectores, sin trabajo. Esto ha afectado especialmente a la prensa escrita, que hoy se basa en la fórmula del título anzuelo tipo Un meteorito podría chocar con la tierra en 100 años El consumo de las papas fritas produce depresión,  seguido de una bajada sensacionalista que todo sugiere y nada explica, para terminar en un texto decorado con flores y fuegos artificiales que aunque poco dice, espera con fe que alguien lo lea hasta final. El problema de esto es que casi nadie llega a ese final. En definitiva, tanto quienes escribimos como quienes leemos vivimos sujetos a “la dictadura del clickbait”; nos quedamos con un título y una bajada, pasamos por encima de ese texto maquillado y lo que realmente absorbemos de esa lectura a medias es escaso, parcialmente cierto y tan poco contundente como almorzar una galleta de arroz.  

Es cierto que no toda la prensa escrita es así. Seguimos teniendo investigación, crónicas, columnas y editoriales donde aún se aprecia el texto sin interrupciones. Pero si bien es cierto que aún podemos leer, entre las notas de papas fritas y meteoritos, una columna literaria de Leila Guerriero, por ejemplo, los medios están peligrosamente adoptando formatos abreviados y fragmentados, porque sus financiamientos dependen de ese click. Y en medio de una crisis donde cada vez existen menos espacios para la escritura, esta fórmula de fragmentación y challa amenaza con relegar los textos “too long; didn’t read” a sitios de nicho donde los que realmente read son los mismos que escriben. 

Puede que la literatura y el periodismo literario encuentren siempre su espacio, pero no solo de literatura viven los lectores; las noticias, las crónicas, la divulgación científica o de historia, ¿no merecen acaso también de la lectura extendida, fluida, pausada y bien escrita? Pareciera que estamos mirando los textos como imagen.

Pasamos por encima en una breve pincelada del ojo don